La historia que me dispongo
a contar no tiene nada de romántica.
En todo caso se trata de una historia real, puesto que ilustra cómo
todos creemos saber a ciencia cierta qué necesitamos para ser felices, qué nos
conviene, qué nos garantizará un final feliz, sin tener en cuenta que la vida rara vez nos depara lo que esperamos, tras muchas vueltas y revueltas ese
final feliz puede adoptar las formas más inesperadas
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