24 de noviembre de 2009

El tiempo comenzó a transcurrir más deprisa de lo que lo había hecho hasta ese momento. El instituto, el trabajo y Jacob –no necesariamente en ese orden- trazaron un camino a seguir nítido y sencillo, y Charlie vio cumplido su deseo: dejé de estar abatida. Por supuesto no me engañaba del todo, no podía ignorar las consecuencias de mi comportamiento cuando me detenía a hacer un balance de mi vida, lo cual procuraba que no sucediera a menudo.

Yo era como una luna perdida –una luna cuyo planeta había resultado destruido, igual que en algún guión de una película de cataclismos y catástrofes- que, sin embargo, había ignorado las leyes de la gravedad para seguir orbitando alrededor del espacio vacío que había quedado tras el desastre.

No me fijaba en los días transcurridos –no había motivo alguno para que lo hiciera-, sino que intentaba vivir el presente al máximo, sin olvidar el pasado ni dificultar la llegada del futuro.

(Tres son multitud - Luna Nueva)

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