
El tiempo comenzó a transcurrir más deprisa de lo que lo había hecho hasta ese momento. El instituto, el trabajo y Jacob –no necesariamente en ese orden- trazaron un camino a seguir nítido y sencillo, y Charlie vio cumplido su deseo: dejé de estar abatida. Por supuesto no me engañaba del todo, no podía ignorar las consecuencias de mi comportamiento cuando me detenía a hacer un balance de mi vida, lo cual procuraba que no sucediera a menudo.
Yo era como una luna perdida –una luna cuyo planeta había resultado destruido, igual que en algún guión de una película de cataclismos y catástrofes- que, sin embargo, había ignorado las leyes de la gravedad para seguir orbitando alrededor del espacio vacío que había quedado tras el desastre.
(Tres son multitud - Luna Nueva)
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