Valerio: -Te ruego, Elisa, que no me juzgues generalizando. Puedes sospechar de cualquier cosa, menos de que falte a mis promesas. Te amo demasiado como para agraviarte. Mi amor por ti perdurará toda la vida.
Elisa: Ay, Valerio, todos los hombres pronuncian las mismas palabras en sus discursos. Solo las acciones establecen la diferencia entre la verdad y la mentira.
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